domingo, 1 de agosto de 2010

Gene Rossellini: "El Alcalde de la Ensenada de los Hippies"

"Una tarde lluviosa, mientras paseaba por la ciudad de Cordova, Alaska me crucé con un hombre desaliñado y nervioso de unos 40 años. Llevaba una poblada barba negra y el pelo, largo hasta los hombros, sujeto con una sucia cinta de nailon. Avanzaba hacia mí con paso enérgico, encorvado bajo el peso considerable de un tronco de dos metros que se balanceaba sobre sus hombros.
Lo saludé mientras se acercaba, me respondió con un murmullo y nos pusimos a charlar bajo la llovizna. No le pregunté por qué transportaba aquel tronco húmedo hacia el bosque, donde se suponía que ya había troncos de sobra. Tras pasar unos minutos intercambiado comentarios triviales, cada uno se fue por su lado.
Deduje por nuestra breve conversación que acababa de conocer a una celebridad local, el excéntrico al que los lugareños llamaban el Alcalde de la Ensenada de los Hippies, en referencia a una ensenada que se formaba con la pleamar y atraía a todos los melenudos de paso como un imán. El Alcalde vivía junto a ella desde hacía varios años. La mayoría de los habitantes de la Ensenada de los Hippies eran transeúntes que recalaban en Cordova, durante el verano con la esperanza de conseguir un empleo bien renumerado en un pesquero o, a falta de eso, entrar en alguna de las fábricas conserveras de salmón. Pero el Alcalde estaba allí por otras razones..."
P.D.: Fragmento sacado del genial libro "Hacia rutas salvajes" de Jon Krakauer.

Su nombre auténtico era

Al cabo de pocos años Rosellini, dejó la Universidad y puso rumbo a Cordova, donde encontró lo que buscaba, un extenso y solitario bosque en las afueras, donde consagraría su vida a un ambicioso experimento antropológico.

"Me interesaba saber si era posible prescindir de la moderna tecnología", contaba en una entrevista que concedió a un periodista del Anchorage Daily News. Rosellini quería averiguar si los humanos podían vivir tal como lo había hecho el hombre en la prehistória, tiempos en que los mamuts y los smilodones poblaban la Tierra, o si la especie humana se había alejado tanto de sus orígenes que le era prácticamente imposible sobrevivir sin la pólvora, el acero o cualquier otro invento de la civilización.

Como requería su experimento, Rosellini desterró cualquier utensilio o herramienta moderna. Fué probando con herramientas de la Roma antigua, la Edad de Hierro, la Edad de Bronce. Al final adoptó un estilo de vida en el que predominaban los elementos del Neolítico. Tenía el convencimiento de que los seres humanos se habían vuelto progresivamente inferiores a causa de la técnica, su meta era regresar al estado natural del hombre.

Se alimentaba de raíces, bayas y algas marinas, cazaba con lanzas y trampas, pescaba con arpones y soportaba los fríos inviernos de Alaska vestido con harapos. Vivía en una choza sin ventanas, que había construido con sus propias manos, sin ayuda de sierras ni hachas.

Si subsistir con sus normas impuestas no es ya suficientemente agotador, Rosellini hacía ejercicio físico de un modo compulsivo cada vez que tenía un poco de tiempo libre, que no empleaba en cazar animales. Hacía gimnasia, levantaba pesos, corría, a veces con piedras cargadas a la espalda. En la entrevista explicaba que durante un verano normal recorría 30 kilómetros diarios.

El experimento de Rosellini duró más de una década, pero alfinal, consideró que la pregunta que lo había inspirado ya había sido respondida. En una carta a un amigo escribió:
"Empecé mi vida de adulto con la hipótesis de que sería posible adoptar las costumbres del hombre de la Edad de Piedra. Durante más de 30 años, me instruí y entrené a mí mismo para alcanzar esta meta. En los últimos diez años, puedo decir que he experimentado con verismo la realidad física, mental y emocional de la Edad de Piedra. Para tomar prestada una expresión budista, al final tuve que enfrentarme cara a cara con la pura realidad. He aprendido que es imposible que los seres humanos tal como los conocemos en la actualidad sean capaces de vivir como recolectores y cazadores."

Pareció aceptar el fracaso de su hipótesis y a los 49 años anunció alegremente que había "redefinido" sus metas y que lo siguiente que se proponía era "dar la vuelta al mundo", sobreviviendo con lo que lleve en la mochila.
El viaje nunca llegó a concretarse. En noviembre de 1991 el cuerpo de Rosellini fue descubierto boca abajo en el suelo de la choza con un cuchillo clavado en el corazón. El médico forense estableció que él mismo se había infligido la puñalada. No se encontró ninguna nota de suicidio. Rosellini no dejó pista alguna sobre el motivo por el cual había decidido poner fin a su vida y de qué modo. Lo más probablemente es que nunca lo sepamos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

A pesar de que he dado total libertad para comentar, recomiendo usar esta herramienta con cabeza, ya que todavía conservo mi derecho a eliminar un comentario indecente.